Aunque desapercibido a simple vista, el nuevo tatuaje de Roberto “El Chorrillano” Palacios no solo refleja su amor por el país, sino también una carencia de amor de la mayoría de peruanos por las letras, por el correcto uso del lenguaje. Los errores ortográficos en el tatuaje del brazo derecho del futbolista lo confirman: Te Amo peru. Las omisiones de la "P" mayúscula y la coma antes de ella reflejan una carencia atroz de los conocimientos básicos de la lengua. En los videos de la televisión, no se aprecia bien si lo que está cerca de la "u" es una mancha o una tilde, pero se parece más a lo primero.  Si a esto le sumamos la innecesaria mayúscula en la "A", sumaríamos 4 errores en una oración de tres palabras.

El crimen lingüístico cometido contra el “Chorri” hubiera podido evitarse con una simple consulta a un corrector de estilo, un personaje casi invisible en la industria editorial, salvo cuando se equivoca. La corrección ortográfica es un oficio que tiene un terreno virgen por explorar en el Perú. En este mes de mayo, bastará ver algunos comerciales con frases en mayúsculas (FELIZ DIA MAMA), para asolapar la omisión de las tildes y con licencias de diseño, donde los creadores pecarán al no poner una coma esencial: Feliz día, mamá.

¿Quién debe señalarle el error (o sancionar) a las empresas que incurren en horrores gramaticales como éste en los textos de sus productos? ¿Las facultades de Comunicación o Lingüística de las universidades, la sociedad civil, la Academia Peruana de la Lengua? Si la corrección del lenguaje es indispensable en los medios de comunicación masiva, ¿por qué no en los textos de un empaque o comercial que llega también a un público masivo?  ¿Y cómo es posible que se omita este proceso de corrección en un tatuaje (algo permanente) cuando se trabaja con palabras? “El Chorrillano” merece respeto, no este vejamen lingüístico en la piel.